domingo, 10 de enero de 2010

BERLÍN, un viaje a la Europa dividida

La Puerta de Branderbur-go, símbolo de la ciudad berlinesa.

La caída del muro marcó un nuevo inicio para Berlín.

La Gedächtniskirche, una iglesia luterana semiderruida por los bombardeos de la II Guerra Mundial, que se decidió mantener como recordatorio del horror del conflicto.

El monumento a las víctimas del Holocausto, cerca de donde se ubicó el Tercer Reicht de Hitler.



Berlín es, ahora mismo, la capital cultural de Europa. Cosmopolita donde las haya, la ciudad del muro se ha abierto a la modernidad de una manera asombrosa, dando paso a todas las tendencias.

Un recorrido por sus mastodónticas avenidas arroja una idea de lo que, antaño, fue esta ciudad. El centro se divide en dos partes claramente diferenciadas por su arquitectura y fisionomía, fruto de la división que durante años generó el telón de acero escenificado a modo de bloque de hormigón. En cuatro días podemos hacernos una idea de lo que significa y significó la ciudad del muro.

LA RUTA ORIENTAL

La primera ruta que se puede realizar, a pie, es la que marca la principal avenida de la zona oriental: desde la Puerta de Branderburgo hasta Alexandre Platz, donde se alza, majestuosa, la gran torre de comunicaciones de la capital alemana. El recorrido por esta inmensa avenida depara numerosas sorpresas: las tonalidades moscovitas y de la RDA, que aún perviven al paso del tiempo, se encuentran diseminadas a lo largo de varias plazas y rincones, entre ellos, la Gendarmenmark con su Plaza de la Akademie, marcada por un estilo neoclásico que enamora.

La ruta puede empezar en Postdamer Platz, donde se agrupa el modernísimo Sony Center y los edificios que acogen cada año la Berlinale. Desde allí, subiendo por la avenida Ebertstrade, en un recorrido de apenas diez minutos, se llega al Monumento a las víctimas del Holocausto.

Se trata de una amplia superficie dominada 2.711 columnas y bloques de hormigón a diferente altura que dibujan un verdadero laberinto. En el interior, la estructura genera gran desasosiego y consigue transmitir sensorialmente al visitante el horror vivido por las víctimas del nazismo. De hecho, en galopar de sensaciones también podría influir el hecho de que el monumento se ubique muy cerca de la macabra Reichskanzlei, la sede del Tercer Reich de Adolf Hitler.


La Plaza de la Akademie, una de las grandes bellezas del neoclásico en Berlín.

La entrada al palacio de Charlottemburg, a imagen del de Versalles.

Los jardines de Charlottemburg constituyen un oasís verde en el centro de Berlín.





De ahí a la mítica Puerta de Branderburgo -el máximo exponente de lo que en su día fue la Alemania de ocupación soviética y que aún conserva ese aire inquietante- hay sólo un paso.

La Puerta se levanta majestuosa (aunque a primera vista, más pequeña de lo que aparenta en imágenes y en televisión) en la Parisier Platz, donde además se concentran, en grandes edificios de tendencia soviética, las principales embajadas. La parada es obligada, así como una rápida visita al Reichstag, el parlamento alemán, anexo a la Branderburgo. Si el reloj lo permite, es recomendable acceder a la cúpula acristalada que diseñó el arquitecto Norman Foster, aunque las colas se hacen casi siempre interminables.

Desde Branderburgo se enfila la gran avenida Unter den Linden, cuyo trayecto desemboca en la Isla de los Museos, con el Atles o el Bode. Como no habrá opción –por cuestión de tiempo- de acceder a todos, la visita obligatoria queda reservada para el Pérgamo, cuyo interior cuenta con espectaculares reconstrucciones de templos y mecados griegos y con la Puerta de Istar, máximo exponente del arte babilónico. Ha sido de los pocos museos del mundo en el que, primero, se 'montaron' las obras de arte y, posteriormente, se construyó el inmueble para cubrirlas.

En la isla reside también la catedral de Berlín: Berliner Dom. En ésta última, por algo más de 4 euros, el visitante puede acceder a lo más alto de la cúpula para observar la panorámica de la ciudad en formato 360 grados.

Continuando por la Unter den Linden se desemboca, finalmente, en la Alexandre Platz, una plaza majestuosa que combina una arquitectura que evoca la era fría con las más modernas edificaciones en materia de comunicaciones, como la torre Fernsehturm, en cuya base descansa el Ayuntamiento de Berlín.

Restos del muro, en Postdamer Platz.

Aún queda un kilómetro de muro original: es la East Gallery, junto al río Spree.





Al norte, la zona linda con Hackesche Markt, un área de gran actividad nocturna, con restaurantes para todos los gustos y cervecerías, y dominada por los curiosos patios de Hackesche Höfe, en el Mitte, que se construyeron entre 1905 y 1907 bajo el estilo modernista y cuyos aledaños conforman un importante entorno de terrazas y bares.
Desde aquí, y en dirección sur, se puede acceder al barrio de Nikolai, un compendio de callejuelas que discurre en paralelo al río Spree y que aglutina a buena parte de los cafés con más encantos del viejo Berlín.

En este recorrido a través de la Unter den Linden no podemos olvidar otras calles que la cruzan, como la Friedrischtrade –algo así como la Gran Vía de la zona oriental-, que finaliza en un enclave turístico de obligada parada: el Check Point Charlie.

Se trata de la 'puerta' que dividía las dos Alemanias y que se encontraba bajo tutela norteamericana. La garita de control permanece intacta y se ha reconstruido parcialmente la zona, en un reclamo turístico que viene marcado también por las tiendas de sus aledaños, que exponen, a modo de improvisado escaparate, trozos del muro.

El Pérgamo acoge fachadas de templos griegos y las míticas puertas de Istar(Babilonia).

La Berliner Dom, catedral, en la Isla de los Museos.

Vista de Berlín desde la cúpula de la catedral.









LOS RESTOS DEL MURO

Cuando comenzó el desmantelamiento del muro de Berlín, en 1989, las autoridades decidieron mantener algunos tramos de este telón de acero como recordatorio a la vergüenza que supuso.

Quedan restos en Postdamer Platz, pero el verdadero 'monumento' se asienta junto al Spree, en un tramo de un kilómetro que decoraron varios artistas: es la East Side Gallery.

LA RUTA OCCIDENTAL

El centro occidental de Berlín se encuentra al otro lado del inmenso parque que divide la ciudad histórica: Tiergarten. Nuevamente, como en la zona oriental, una gran avenida sirve de eje canalizador, la Kurfürstemdam, la famosa Ku'Damm.

El centro neurálgico lo compone Gedächtniskirche, el monumento del recuerdo, una impactante iglesia luterana que se mantiene semiderruida por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, que transporta al turista a otras épocas. El contraste al complejo lo aporta una construcción en cristal que se levanta junto a la iglesia a modo de monumento.

El entorno de la Ku'Damm está plagado de restaurantes (muchos, temáticos) y de zonas comerciales. De esta manera, al viajero no le resultará complicado encontrar un local de comida tradicional alemana, donde perderse entre una oferta de 500 tipos diferentes de cerveza o saborear los clásicos codillos, quesos y salchichas. Y a un precio tremendamente competitivo.

Nikolai, uno de los barrios con más encanto del viejo Berlín, en la zona oriental.

El 'Checkpoint Charlie', puerta de entrada al distrito norteamericano durante la Guerra Fría.

La Columna de la Victoria divide en dos el inmenso parque Tiergarten.






Debido a las distancias kilométricas que marcan el centro berlinés, es recomendable el uso de la 'Berliner Welcome Card', similar al Abono Transportes de Madrid. Se adquiere en máquinas expendedoras que hay en el aeropuerto y sirve para acceder de manera gratuita a todas las líneas de autobuses, Metro o tren durante 48 horas o 72 horas. La tarjeta permite acceder también a descuentos de hasta el 50 por ciento en algunos museos (Precio: 22 euros por persona las 72 horas).

La oferta berlinesa se completa con otras dos visitas: el Tiergarten y el palacio de Charlottemburg, con sus interminables jardines. Por unos 15 euros se puede acceder a las dos construcciones del palacio, aunque el acceso a sus jardines es gratuito.

El inmenso Tiergarten anima, por su lado, a un recorrido en bicicleta (se pueden alquilar junto al Zoo al precio de 8 euros) a través de inmensas praderas verdes, árboles centenarios y una cuidada vegetación que se extiende a lo largo de 210 hectáreas.

El parque se encuentra dividido por una gran avenida en cuyo centro se encuentra, a modo de glorieta, la Columna de la Victoria. La avenida ha sido, en los últimos años, escenario de numerosas convocatorias multitudinarias, como el Love Parade.

La noche en Berlín se agita con el buen tiempo, ya que si éste acompaña, las terrazas en la zona del Mitte o Friedrichshain bullirán de gente.

3 comentarios:

El presente ya es el porvenir y el olvido. dijo...

muy buenas fotos de berlin me parecen muy hermosas, espro Viajar por Europa en este año para poder apreciar todo el arte y decubrir una nueva cultura.

saludos.

Anónimo dijo...

Un reportaje esupendo ;) dejo un video alucinante para complementar:

http://www.youtube.com/watch?v=47iMoejAJ5c

saludos!

Balnearios dijo...

Me ha encantado el post, preciosas fotografías, enhorabuena : )